domingo, 29 de septiembre de 2013

¡DOBLE CAPÍTULO!



Capítulo cinco: ‘Iria’
A la mañana siguiente, después de haber ido a la clínica con mi madre…
Sólo se escuchaba el sonido del reloj de pared de casa de Kyle. Todos esperábamos a que él llegara del instituto. Nadia me miraba continuamente, seguramente preocupada. Mi padre, como siempre desde que supo lo de mi embarazo, está muy serio. No lo acepta. Se piensa que no puedo con esto. El padre de Kyle debe de estar harto de mí. Primero obligo a su hijo a que venga de Londres por mí, y ahora… Ahora va a ser abuelo. Y también por mi culpa.
El choque entre llave y llave nos alerta de que alguien va a entrar por la puerta. Escuchamos el saludo de Kyle, parece animado. Aunque creo que esos ánimos se van a ir en cuanto nos vea a todos aquí en el salón. Y en efecto, al llegar a la puerta de este, le cambia la cara. Lo primero que hace es mirarme, pero yo sólo dirijo la mirada a mi barriga, en ese momento Kyle entiende que mi madre se ha enterado de que he ido a dos clínicas.
Kyle se acerca a mí, yo no le miro, miro a mis manos, que acarician la barriga. Siento sus labios sobre mi pelo, después se sienta a mi lado.
-¿Y bien? –Pregunta Kyle. -¿Qué pasa ahora?
-Queremos saber el motivo por el cual Nadinne debe ir a dos clínicas diferentes. –Dice mi padre, tranquilo.
-¿No está claro? –Comento.
-Nadinne, deja hablar a sus padres. –Me dice mi madre, ella ya sabe el por qué. Ellos ya lo saben, sólo quieren escucharlo de la boca de sus padres.
-Lo creemos conveniente. –Dice el padre de Kyle. –Nuestro hijo también tiene derecho a formar parte de todo esto.
-El bebé no es sólo de Nadinne. –Comenta Nadia.
-Pero es ella quién lo forma. Es ella quién va a sufrir. –Contesta mi madre.
-Mi hijo también sufre, ¿sabe? –Dice el padre de Kyle, intentando parecer, igual que mi padre, tranquilo.
-Sólo queremos lo mejor para los dos. –Mi padre me mira. Pero yo lo evito.
-No queréis lo mejor. –Niego. -Sabéis perfectamente que lo mejor para ella es tener a sus padres cerca.
-A los dos. –Interviene Kyle, acabando la frase.
-Está bien. –Dice Nadia. –Subid a la habitación. Acabaremos de hablarlo tranquilamente, después subiré y os diré alguna cosa, ¿de acuerdo?
Miro a Kyle, no muy convencida. Él crea una pequeña sonrisa, se levanta del sofá y me da la mano para que yo también pueda hacerlo. No miro a nadie, sólo miro a los dedos entrelazados, a nuestras manos cogidas. Quizás sea una de las pocas veces que pueda hacerlo a partir de ahora.
Llegamos a su habitación, me siento en su cama, y él se pone a mi lado.
-Pequeña, todo va a salir bien. –Me dice, con voz dulce. Su voz hace que empiece a sentir pequeños golpes en mi barriga. Sonrío, mientras levanto mi sudadera. Cojo su mano y la aproximo hasta el punto justo. Pongo mi mano sobre la suya.
-¿Sientes las patadas? –Le pregunto. Segundos después él sonríe, lleno de felicidad.
-Esta se va a ir de fiesta cuándo sea mayor, eh. –Comenta, emocionado. –Cómo alguien que yo me sé.
-Bueno, a mí las fiestas se me han acabado. –Sé que no le gusta oír eso. –Pero no me importa. Merecerá la pena pasar por todo esto.
-Tú y yo podemos con todo, ¿recuerdas? –Me hace sonreír.
-Somos una pareja un tanto extraña. –Nos reímos. -Hemos pasado de todo.
-Y lo hemos superado. Aunque esto no podemos superarlo. Tenemos que vivir con ello.
-Con ella. –Le corrijo. –Ahora vas a tener una nueva pequeña.
-Siempre serás mi pequeña, Nad. –Me da un beso. –Deberíamos buscarle un nombre, ¿no crees?
-Sí, no podemos llamarle pequeña siempre. –Contesto, mientras siento que las patadas van disminuyendo, se está durmiendo. –Va a ser difícil, ese nombre lo va a llevar toda su vida. ¿Y si luego no le gusta?
-A mí tampoco es que me guste mucho el mío cariño, pero mira, sigo llamándome igual. –Sonreímos.
-Pero si es precioso…  A mí me encanta. Es diferente.
-Somos diferentes. –Esta vez es él el que me corrige. –Cómo si tenemos que irnos a Londres de nuevo, dentro de unos años, para demostrarle lo locos que estábamos, y lo mucho que luchamos por ser diferentes y acabar juntos. Yo iría.
-Iria. –Contesto. Sin mirarle.
-¿Iria? –Él me mira, pero yo estoy mirando mi barriga, vuelvo a acariciarla.
-Iria. –Le miro, sonriendo, con mi vista algo nublada. Su mano vuelve a acercarse a la mía, que reposa sobre lo único que nos separa de ella. De Iria. –Se va a llamar Iria.


Capítulo seis: ‘Me encantaría haberla visto nacer.’
-¡Que me dejéis pasar! –Es la voz de Kyle.
-¡El horario de visitas se ha acabado hace horas, chico! –Exclama uno de los enfermeros. -¡Márchate o llamo a seguridad!
-Yo no me voy de aquí. –Escucho su voz cada vez más cerca, pero el pasillo es largo, y seguramente lo estarán intentando calmar.
-Dejadlo entrar. No es una visita cualquiera. -Aunque sé quién ha dicho esas palabras. Es la enfermera de antes. –Es el padre de la niña que ha nacido esta tarde.
-¿El de la madre tan joven? –Pregunta el mismo enfermero, riéndose.
-¿Y qué importa si lo es, gilipollas? –Olé tú, Kyle. Iria empieza a llorar, debe de tener hambre.
-Te dejo pasar pero para que te calles. –Le dice el enfermero. –¿Qué no lo oyes? Tu hija llora.
Me siento en la cama, intentando tranquilizar a la pequeña. O tiene hambre, o ha escuchado a su padre llegar. Creo que es la segunda opción. Pues tiene los ojos como platos, mira en todas direcciones, y sonríe en cuanto oye la puerta abrirse.
Mis ojos se clavan en los suyos. Los suyos en los míos.

Un mes antes…
Después de ver sus ojos por última vez, y de sentir ese beso sobre mi frente, intentando darme tranquilidad, tuve que subir en el coche. Bajé la ventanilla. Nadie dijo nada, todos esperaban las palabras de mi madre. Sorprendentemente, fue Kyle quien habló.
-No va a conseguir nada, ¿me oye? Nada. Si no quiere que la vea, así será. No la veré, ni la llamaré. Ni la molestaré tan siquiera, pues sé que ahora vienen momentos complicados. Pero dentro de unos años, cuándo tenga a su hija en su falda, y le pregunte por su padre, ¿qué le dirá? ¿Le mentirá? ¿Le dirá que dejó tirada a su madre, un mes antes de que ella naciera? Felicidades, va a ser usted una gran abuela. Un gran ejemplo a seguir. Mintiendo desde un principio, a esa nieta, que se supone, que usted tanto quiere.

-No hace falta que te pongas a chillar como una loca, ni a llamarme loco por lo que acabo de hacer, ¿vale? –Dice, aún en la puerta. Sonriendo. Mis ojos se llenan de lágrimas. -¿Puedo abrazarte ya? No puedo más. –Me acerco corriendo hacia él, con Iria en mis brazos. Siento sus brazos acercándome más hacia él. La pequeña juega con mi pelo.
Me besa, cogiendo mi cara con las manos. Me separo de él, le brillan los ojos. Igual que a Iria. Bajo mi mirada hacia ella, él la mira sonriendo, llorando. Nunca había visto a Kyle así. Nunca le había visto hacer tantas locuras por mí. Por nosotras. Él coge a Iria en sus brazos.
-Hola, pequeña… -Sonríe, a pesar de las lágrimas que caen mejillas abajo. –En qué lío nos has metido, ¿eh? Eres como tu madre. –Iria sonríe. Me fijo en los ojos de Kyle, y después en los de la pequeña que no deja de mirarlo. En efecto, los ojos son iguales. Y ahora, al estar emocionados, al brillar, aún se parecen más.
-Tiene tus ojos. –Murmuro.
-Y tu sonrisa. –Eso me hace llorar aún más, pero de emoción. Ahora mismo no puedo pedir nada más. –No llores, ¿eh?
-Deja de llorar tú también, entonces. –Él sonríe.
-¿Está bien? –Pregunta, preocupado por Iria. -¿Ha ido todo bien, no le falta de nada?
-Tranquilo… Está perfectamente. –Respondo, acariciando su mejilla, intentando tranquilizarle. –Todo ha salido bien.
-¿Y tú cómo estás? –Me pregunta, ayudándome a sentarme en la cama.
-Dentro de lo que cabe, bien. –Contesto, mientras me da a Iria para que pueda darle el pecho. -En unos días nos darán el alta.
-¿Y nosotros que vamos a hacer, amor? –Pregunta, sentado a mi lado, acariciando la cabeza de Iria.
-Ahora que ha nacido va ser más difícil vernos… -Contesto. –Pero encontraremos la manera, yo te necesito aquí.
-Lo siento, Nadinne… -Sus ojos vuelven a nublarse, a aguantar demasiadas lágrimas, para todo lo que siente. -No he podido estar cuándo más me necesitabas. No he podido estar esta tarde aquí, contigo.
-Eh, eh, amor. –Intento que me mire. -No pasa nada. Conmigo no tienes que hacerte el fuerte. Sé que si las cosas no estuvieran como están, tú hubieses estado aquí.
-Me encantaría haberla visto nacer. Poder ayudarte, estar ahí para que me dejases sin mano de tanto apretar, si era necesario. –Me hace reír. -Hubiera dado lo que fuera por estar allí.
-Sabes que si hubieras venido, no hubieras podido entrar conmigo. No te hubieran dejado. –Le digo, mientras le doy a Iria, para que la ponga en la cuna.
-Tendría que haber venido igualmente. –Dice, mientras la tapa.
-Puede que yo no cogiera tu mano, pero me juego lo que quieras a que ella te ha cogido el dedo. –Le digo, cambiando de tema.
Él deja de mirarme y dirige sus ojos hacía su mano, hacía la pequeña manita que está cogiendo su dedo. Le da un beso en la frente, se deshace de su manita, poniendo su mano sobre ella, le acaricia la mejilla, y se queda mirándola hasta que por fin, cierra los ojos.





Siento muchísimo la espera... De verdad. Es que entre los deberes, los exámenes y todo... Casi no tengo tiempo. Por eso hoy os he colgado dos capítulos, para convensaros y agradeceros tooooooda la paciencia y todas las opiniones.
Como siempre, aquí tenéis el Ask para cualquier pregunta o para dar vuestras opiniones; http://ask.fm/remembermenovela
¡Se os quiere!

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