domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo cinco. ‘Tu suerte está ahí des de que tenías cinco años.’



La música de la discoteca aún se escucha. Yo sigo caminando. Llevo media hora allí dentro y ya no puedo más. Paola y Claudia han insistido en que me quede pero yo no he podido. En cambio, Marta me ha seguido. Caminamos sin decir nada, sabe que no puedo decir nada, sabe que lo único que tengo es miedo.
-Nad… Ya sé que hoy han pasado demasiadas cosas y que has hecho un gran esfuerzo para venir esta noche, pero tienes que alegrar esa cara, por favor. -Me pide.
-Kyle me pidió lo mismo ayer por la noche. –Le digo, mientras seguimos caminando. Cada vez la música se escucha menos.
-¿Y lo consiguió? –Pregunta. Yo sonrío. –Olvidaba que estábamos hablando de Ky… Pues claro que lo consiguió.
-No sé cómo lo hizo.
-Cariño, él te llamaría idiota y tú sonreirías. Estás enamorada, es normal. –Me explica. –A mí me pasa lo mismo con Albert.
-Tú tienes mucha suerte… -Suspiro.
-Sabes que la suerte no viene sola. –Ella me acaricia el brazo. –Tu suerte está ahí des de que tenías cinco años.
-Ya… Pero la suya no. La suya la encontrará este verano con una inglesa.
-Si no la encuentra antes… -Murmura.
-¿Qué? –No la he escuchado bien.
-Que si no te das prisa, le perderás. ¿Tú quieres eso? ¿No, verdad? Pues lucha. –Dice segura. -Porque yo no conozco otra persona que lleve tanto tiempo esperando algo que tenía cada día delante de sus narices. Ya es hora de que tú también seas feliz, ¿no?
-Sí…  Ya es hora. –Murmuro.
-No vale la pena tener miedo. ¿Vale? –Seca una lágrima que había caído por mi mejilla. -Sé que lo tienes.
-¿Cómo no voy a tener miedo si sé que Kyle se marcha así, de esta manera? Sin hablarme… -Es recordarlo y las lágrimas caen con más rapidez por mis mejillas. –Después de lo que ha pasado con Adri se ha ido. ¡Se ha ido, tía! Después de protegerme, de darle un puñetazo y de montar todo ese poyo se va… Ni un WhatsApp, nada… -Marta me abraza, sabe que lo estoy pasando mal. –Le echo de menos…
-Ya lo sé, Nad…
-Si le echo de menos ahora, y aún sigue aquí, imagínate cómo voy a estar cuando se vaya.
-¡Pues vas a estar sonriendo porque yo me llamo Marta! –Me río, aun sin dejar de llorar. –Cada noche se conectará al Skype, y como no lo haga tú y yo nos vamos a Londres y le matamos. ¿Vale?
-Lo prefiero vivo… -Digo, con una sonrisa.
-¿Ves? Tu Kyle no es el único que puede hacerte sonreír. –Sonreímos, mientras la vuelvo a abrazar.
-Gracias, Marta. En serio. –Se lo agradezco. –Te debo una.
-¡Si no he hecho nada! En el fondo no cuesta hacerte sonreír, solo debes soltar algunas mentiras…
-¡Eh! –Le doy un golpe en el brazo.
-¡Es coña, es coña! –Exclama. Nos reímos.
-¿Volvemos? –Pregunta.
-No es que tenga muchas ganas de bailar… -Respondo. –Además, Kyle tampoco ha venido.
-Ya, veníamos por él, y es él el que no ha venido.
En ese momento mi móvil suena. Es un WhatsApp.
-Es de Ky. –Digo, nerviosa.
-Léelo, corre. –Ella también está nerviosa.
-‘Hola pequeña. Sí, soy un completo gilipollas.
-Ahí tiene razón. –Salta Marta.
-¡Marta! –Exclamo.
-¿Qué? –Dice sonriendo. -¡Lo es!
-Pobrecito…
-Va, sigue leyendo, ¡que esto promete!
-‘Hola pequeña. Sí, soy un completo gilipollas. Seguro que ahora estarás divirtiéndote en la discoteca, celebrando que yo me voy mañana y yo sin estar ahí. Soy idiota. Pero es que no sé cómo mirarte ni que decirte, después de lo que ha pasado. Porque sé que Adri tiene parte de razón en todo esto. Cuando puedas hablar, dime algo. Necesito verte.
No estés mal, ¿vale? Te quiero, enana.’

No hay comentarios:

Publicar un comentario