sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo tres: ‘No puedo. Estoy pensando en ti.’




Después de haber comido algo seguimos sentados en la misma mesa. Intento reír a todo lo que dicen, o mostrar interés. Pero no puedo dejar de mirar a Kyle. Parece animado. ¿Soy yo la única que está mal aquí, por qué Ky se va mañana?
-¿Qué os parece si esta noche nos vamos a alguna discoteca y lo celebramos? –Propone John. A todos les parece bien. O a casi todos.
-Eh tíos, que yo mañana me tengo que levantar a las cinco de la mañana. –Dice Kyle.
-Directamente no duermas. –Le responde Pablo, con una sonrisa.
-¡Eso! –Exclama Marta.
-Duermes en el avión. –Le dice Claudia.
-Sí tío, porque nosotros mañana por la mañana ni aeropuertos ni coñas, yo pienso quedarme sobando. –Dice Albert.
-Ya, ya… A ver quién se levanta a las cinco de la mañana. –Comenta Marta.
-¡Pues el tonto este! –Exclama John. -¿Quién va a ser? –Refiriéndose a Kyle.
-Gracias tío, pero no hacía falta ser tan sincero. –Kyle le sonríe y chocan sus manos. -Si total, con la fiesta de esta noche me sirve. ¡Mientras no me echéis de menos!
-Que va, ¿nosotros? ¿Echarte de menos? –Dice Paola.
-Creo que aquí la única que va a echarte de menos va a ser Nadinne. –Le dice Marta.
Todos me miran, pero yo estaba con el móvil, distraída.
-¿Qué? –Pregunto. -¿Qué pasa?
-¡Estabas empanada! –Dice John.
-¿Ya has vuelto al mundo cariño? –Pregunta Paola.
Vale, no puedo más. Aguanta Nad, aguanta…
-Sí, sí, es que me habían enviado un mensaje… -Disimulo. Ellos siguen hablando. Yo sigo mirando fotos de Kyle y mías. De repente el móvil suena. El WhatsApp. Esta vez sí que es un mensaje. Es de Kyle. Miro en frente, dónde está sentado. Él también está mirando la pantalla de su móvil.
‘Se te da muy mal fingir, Nad.’
‘A ti en cambio no, si hasta me lo he creído y todo.’
‘Cuando quiero soy bueno.’
‘Pues tienes que enseñarme.’
‘Es fácil. Piensa en lo que sienten los demás e intenta sentir lo mismo.’
‘No puedo. Estoy pensando en ti.’
Antes de que Kyle pueda responderme Albert y Marta se van. Les doy dos besos a casa uno, y los dos se van juntos de la mano. Sí, están saliendo.
-¡Adiós parejita! –Les chilla John, tan loco como siempre.
-¡Son tan bonitos! –Dice Claudia.
-Ya ves. Yo quiero una historia como esa. –Digo yo, mientras cierro el WhatsApp y lo dejo en la mesa.
-Les ha costado llegar a esto. –Comenta Pablo.
-Pero se lo merecen. –Dice Kyle.
-Y tanto. –Digo yo.
-Albert tiene ojos de enamorado. –Dice Paola. –Y la sonrisa de Marta, joder, está enamoradísima.
-Sí, esa sonrisa que solo ponéis las tías. –Dice John.
-Eh, que los tíos también ponéis sonrisas tontas. Sobre todo cuando estáis enamorados. Y si no mirad la sonrisa de Albert… -Cuenta Claudia.
-Albert lleva esa sonrisa desde que conoció a Marta. –Les explico. -¿O es que no lo habíais notado? –Todos se quedan callados, esperando a que siga. –Pues sí, él la quería. Pero Marta estaba algo confusa. Ella había estado con otro chico, y no sabía si lo que sentía por Albert iba en serio o no. Creo que a Albert le costó reconocerlo, y a Marta… Marta sonreía como una tonta mientras me explicaba que no le gustaba, que sí, que no, y otra vez que sí.
-Estaba enamorada. –Dice Kyle, mirándome.
-Hasta las trancas. –Le digo, mientras suspiro. Si supiera que aquí, ahora, la enamorada soy yo…
-Bueno Nadinne, -Dice Claudia, dándose cuenta de que estaba dejando de sonreír, al saber que Kyle no era como Albert, ni yo como Marta. -¿y cómo acabó todo? –Todos la miran.
-¿Acabar? –Pregunta Pablo.
-¡Ya me entendéis! –Dice ella, avergonzada. –Que como se declararon…
-No estaban seguros. Ninguno de los dos. No sabían si eso que sentían iba en serio, era un puto juego más, o si dejarían de sentirlo. Pero ya veis, ahora lo siguen sintiendo. –Explico.
-Joder Nad, te pones filosófica cuando quieres, eh. –Me dice John, yo sonrío.
-Calla, tonto. –Le dice Claudia. -Va Nad, sigue explicando. –Me pide.
Pero, cuando estoy a punto de abrir la boca de nuevo, alguien sube por las escaleras del Starbucks y clava su mirada sobre mí. Yo busco la de Kyle, que está llena de rabia. Él se acerca hacía la mesa, con una sonrisa. Pero esa sonrisa no era de enamorado, no como las que comentábamos antes. Él no estaba enamorado… Él estaba loco.
-Hola mi Nad… -Me saluda, pensándose que soy algo para él.
-Vete, Adri. –Pero no me hace caso.
-¿Hoy vas a dejar que al menos, le hable? –Le pregunta a Kyle, sonriendo. Ky le mira, me mira, vuelve a mirarle.
-Hoy vamos a dejar las cosas claras, y puede que no sean con palabras, gilipollas. –Kyle se acerca a él, dejándome que yo me ponga detrás. Me quito la gorra que llevo aun puesta y se la pongo, sé que se han acabado las bromas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario