domingo, 11 de agosto de 2013

Capítulo uno: 'No necesitaré que nadie me lo recuerde'


Un auricular en mi oreja izquierda, otro en mi derecha. "La vuelves a tocar y flipas tío, flipas." Esas palabras resuenan en mi cabeza, las lágrimas resbalan por mis mejillas, pero sonrío al saber quién estaba ahí a pesar de todo. Esas palabras dichas por Kyle, llenas de rabia, mientras me cogía de la cintura y me atraía más hacía él. Solo me protegía, no penséis mal. Y esas palabras no me las decía a mí, se las decía a Adri, el loco de turno que se enamora de alguien que no debe y al final, al no ser correspondido, acaba loco de la cabeza. Adri está loco. Pero loco de verdad. De remate. Para encerrarlo... Y sí, parece que no tengo miedo, pero estoy cagada.
'Nadinne pequeña, ¿estás mejor? Mato a Adri, yo te juro que no llegas a estar ahí y le parto la cara. Te vuelve a tocar, te vuelve a decir algo y es que flipa, no sabe lo que le espera como vuelva a hacerte algo.' Es un WhatsApp de Kyle. Sonrío. El bus gira de nuevo, otra curva más. Seis o siete más y por fin llegaré a casa. De mientras respondo a Kyle.
'Kyle, gracias. Por estar ahí, por no dejar que me haga nada, aunque no sea la primera vez. Yo a ti no puedo mentirte... Estoy muerta de miedo. Sé que Adri va a ir a más. Pero, ¿no decías que era fuerte? ¿Que era la única pequeña que conocías que sonreía a pesar de todo? Pues tranquilo, que seguiré haciéndolo. No quiero que te vayas este verano a Londres. Te voy a echar muchísimo de menos... No te vayas, y mucho menos ahora.'
Sí, Kyle se va. Coge un avión y se pira a estudiar a Londres. Ahora. Justo ahora. Justo cuando peor lo estoy pasando, tiene que irse. Pasado mañana, de buena mañana, se va tres meses. De puta madre. Me va todo genial, ¿eh?
Llego a casa. No recibo ningún WhatsApp más. No hay nadie en casa. Mis padres están en una cena de la empresa. Mi hermano pequeño en casa de una amigo. Toda la noche sola. Genial. Con miedo y sola.
Recibo un WhatsApp más de Kyle: '¿Skype?' Enciendo el portátil. Sabe que lo que más necesito ahora es compañía. No tardo en verle la cara tras la pantalla, con su gorra de siempre, y esa sonrisa, con esos dientes blancos y esos ojos marrones mezclados con verde. Sonrío al verle.
-¡Pero sonríe! -Me pide. -Mira, así. -Y sonríe aún más.
-Kyle...
-¿Qué pasa pequeña? -Dice aun sonriendo.
-No te vayas. -Él deja de sonreír.
-No, Nadinne... No me digas eso. -Bajo la cabeza, no quiero mirarle a la cara. -Nadinne, mírame. -Levanto la cabeza. -Ahora abre los ojos. -Los abro. -Ahora sonríe.
-Te vas pasado mañana, ¿cómo voy a sonreír? Y si esto va a ser así... Al principio hablaremos por Skype, pero poco a poco iras saliendo por las noches y ya no habrá quién te recuerde que tienes a una amiga bien lejos echándote de menos.
-No necesitaré que nadie me lo recuerde. -Pero no le escucho y sigo hablando.
-¿Y si Adri sigue jodiéndome? No te voy a tener aquí. No voy a tener a nadie que me proteja de ese gilipollas. No te voy a tener aquí, y eso es lo que más me duele...
-Nad, no llores... -Me pide.
-Si esto va a ser así, así, de esta manera. Sin tenerte aquí, sin un abrazo de los tuyos, y sin sonreír... Yo no quiero esto. -Le digo mientras las lágrimas mojan mi cara.
-¿Y tú crees que yo quiero esto? No peque, no. Yo sé que no es el mejor momento para irme, pero sabíamos desde hace mucho tiempo que tenía que irme a Londres. Además, ¿qué hacemos despidiéndonos si no me voy hasta pasado mañana? ¡Nosotros si que somos tontos! -Logra hacerme sonreír. -¡Ueh! -Exclama. -¡Lo he conseguido! ¡Sonríes!
-Ky. -Le digo, sin borrar mi sonrisa.
-Dime, Nad.
-Te voy a echar mucho de menos.
-Y yo, princesa... Y yo.
Vuelvo a mirarle a los ojos. Su mirada perdida, su sonrisa enamoradiza, ese pelo que tantas veces he despeinado, esa espalda en la que tantas veces he subido... Esa, la habitación en la que está, en la que desde pequeños tanto hemos jugado, y ahora reímos hasta llorar. Le voy a echar mucho de menos. Sí, me encanta. Y sí, llevo enamorada de él desde los cinco años. Diez años después sigo sintiendo lo mismo por alguien que pasado mañana se va. En tres meses puede pasar de todo. Se puede enamorar, puede cambiar, puedo dejar de ser tan importante... La distancia puede llegar a hacer mucho daño. Pero es que en realidad, el miedo de callar lo que sientes y que en tus labios se quede la palabra 'te quiero' es superior a todo lo demás.
-Te quiero... -Susurro.
-¿Eh? ¿Qué has dicho?
-Nada, nada... Que te quiero ver hablando Inglés, ¡que se te da fatal! ¡A ver si aprendes! -Le digo con la risa más fingida que he hecho jamás. Él también se ríe.
-Será todo un reto. Al igual que no verte cada día, Nadinne.

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