viernes, 30 de agosto de 2013

Capítulo trece: ‘Debes ir a Londres y arreglar todo esto. Tienes que verle, Nad.’



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Capítulo trece: ‘Debes ir a Londres y arreglar todo esto. Tienes que verle, Nad.’

Salgo de la terraza, John me llama. Los demás al verme llegar y dirigirme hacía las escaleras, también me llaman. Pero yo no les hago ni caso, y bajo las escaleras corriendo. Las lágrimas vuelven a nublar mi vista, el teléfono sigue sonando. No para de sonar. Kyle no para de llamarme, pero no quiero hablar con él. Dejo atrás al Starbucks y camino rápidamente hacía mi casa. Voy secando mis lágrimas manchadas de rímel, no quiero llorar, pero no puedo evitarlo. Esto duele. El móvil no deja sonar. Lo cojo, harta. ‘Kyle’, es lo único que leo antes de que mis ojos hagan que lo vea todo borroso. Cuelgo, como puedo, sin dejar de caminar. Y después, apago el móvil. Pero, sin darme cuenta, choco con alguien. Yo y mi manía de no mirar por dónde piso, sin mirar quién puedo tener delante.
-Lo siento, yo… -Intento disculparme, con la voz entrecortada por el llanto.
-No pasa nada, Nadinne. –Subo la mirada al escuchar mi nombre.
-Adri… -El miedo se apodera de mí.
-¿Estás bien? –Pregunta, con voz dulce.
-Eh, sí… -Intento deshacerme de él. –Debo irme.
-Vamos, sabes que puedes contármelo. –Insiste.
-No creo que deba.
-¿Tu novio no te deja? –Sonríe, haciéndose el chulo. Refiriéndose a Kyle.
-No es eso. –Respondo. -No eres quién para poder contar nada.
-No confías en mí, ¿eh? –Me acaricia el brazo. Sus ojos se mezclan con los míos, me pierdo en ellos, no sé cómo lo hace. Los pelos se me ponen de punta. Intento reaccionar rápido.
-La confianza se gana, Adri. –Contesto, intentando irme. Pero justo cuando empiezo a caminar, él me coge del brazo.
-¿Me darías la oportunidad de ganármela? –Pregunta, mirándome. Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.
-Tengo que irme, Adri. –Contesto, fría. Me deshago de su brazo y me giro de nuevo, para marcharme.
Él no vuelve a decirme nada, sigo caminando hacía casa. En cuanto llego, me dirijo hacía mi habitación. No quiero preguntas por parte de mis padres, y ni mucho menos de Dani, que seguro que lo primero que haría sería preguntar por Kyle. ¿Cómo puede haberme mentido así? Me estiro en la cama, sacando, esta vez, todo lo que guardaba. Llorando como nunca. ¿Hasta Navidad? ¿Y mis razones, de qué sirvieron? De nada. Lo echo tanto de menos… Pero sé que no podría aguantar cuatro meses más sin verle. Me sería imposible.
Enciendo el portátil que tengo encima del escritorio. El fondo de pantalla se ilumina en él, hago todo lo posible por no mirarlo. Salimos Kyle y yo, esa foto nos la hicimos una de las tantas noches en las que me he quedado a su casa a dormir. Está hecha con la cámara de su portátil. Él estaba estirado en la cama, con el portátil delante, y yo me tiré, quedando encima de él. –Así que eso es lo que quieres, eh Nad. –Recuerdo que dijo, mientras ponía la aplicación de la cámara en el ordenador. -¿Qué quiero, burro? –Le pregunté, sin poder evitar reírme. Entonces él se giró y empezó a hacerme cosquillas, mientras las fotos en el ordenador se iban haciendo. Lo que no sabíamos, es que meses después, lloraría mirando estas fotos.
Decido encender el móvil, ya que antes lo había apagado para no escuchar las llamadas de Kyle. Tengo miles de WhatsApps por parte de John, Paola, y sobre todo de Marta. Le envío un WhatsApp pidiéndole que venga a casa, ella contesta  al momento, diciendo que en cinco minutos la tengo allí. Y en efecto, cinco minutos después ya está en mi habitación, con sus clínex de siempre, y sus abrazos.
-¿Cuatro meses más? –Vuelve a preguntarme, aún sin creérselo. -Sabes que no es culpa de Kyle, ¿no? –No le contesto. –Nad… No puedes pagarlo con él.
-Si se deja influenciar por él, ¿también es culpa de su padre? –Le pregunto, mientras me seco las lágrimas con otro pañuelo más. Ya no sé cuántos llevo, he perdido la cuenta.
-Sabes que te quiere mucho, tonta. Y sé que la distancia jode mucho, pero, ¿no recuerdas lo que te dijo antes de irse? ‘Tú y yo podemos con todo’. Y es que podéis con todo. –Me dice, sonriendo. –No he visto dos personas con tanto miedo en toda mi vida. Habéis tardado cinco años, ¿y gracias a qué? –Espera mi respuesta.
-A su viaje a Londres…
-Debes ir a Londres y arreglar todo esto. Tienes que verle, Nad. –Dice ella, segura de lo que acababa de decirme.
-¿Pero estás loca? –Exclamo. –No puedo presentarme allí así como así.
-Pero con sus padres sí. –Responde ella con una sonrisa.
-¿Cómo? –No entiendo nada.
-Si les pides a sus padres que vayan a hacerle una visita… Tú ya eres parte de la familia. –Me explica. –Va sí, mejor te lo digo. He hablado con Nadia –la madre de Kyle. –le he contado todo lo que ha pasado, y ella me ha dicho que es su marido el que se opone a todo esto. El que no quiere que él se distraiga.
-Ahora soy una distracción…
-Déjame acabar, cariño. Nadia quiere hablar contigo esta tarde, seguramente vendrá aquí a tu casa, quiere que se lo expliques todo, y ella seguramente te comentará lo que quiere su marido en realidad. Estoy segura que lo que le ha comentado a Kyle es un saco de mentiras. –Intenta animarme. –No tomes decisiones precipitadas hasta que su madre hable contigo. Pueden ser los padres de Kyle, pero ya te digo yo que sólo es su padre el que quiere tenerlo lejos. 


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