lunes, 26 de agosto de 2013

Capítulo siete: ‘Adiós Kyle (Parte uno)’



La madre de Kyle, Nadia, zarandea su brazo un par de veces. Mierda, nos hemos quedado dormidos. Nadia nos dice que en un cuarto de hora debe estar Kyle en el aeropuerto, que nos demos prisa.
-Nadinne, ¿tú vas a venir a despedirte de este tonto al que tengo como hijo? –Me pregunta, sonriendo. Ky no le hace el mínimo caso.
-Sí. –Contesto. Su madre sale de la habitación. –Albert y los demás no vendrán, pero yo sí…
-Gracias, pequeña. –Dice Kyle. –Pero creo que lo mejor es que te vayas a casa, te conozco y sé que vas a estar mejor.
-Dónde voy a estar mejor va a ser despidiéndome de ti, así que no intentes convencerme de lo contrario.
-Te has levantado con las ideas claras, ¿eh? –Dice, sonriendo.
Si supiese que la mayoría aún están más negras que el cielo que está, a las cuatro y media de la mañana, deseando ponerse azul…
Media hora después ya estamos en el aeropuerto. Entre maletas, pruebas, y todo el rollo, las cosas están tardando más de lo que me pensaba. ¿Y ahora como se lo explico todo, si tengo a sus padres a nuestro lado todo el rato? No se separan ni un segundo, joder.
-Te sientes incómoda, ¿eh? –Me dice su padre.
-¿Yo? –Intento disimular. –No, no, que va.
-Anda Kyle, id a dar una vuelta, pero en veinte minutos os quiero aquí.
-Está bien. –Dice Kyle. –Hasta ahora.
Kyle y yo llegamos a unos bancos que dan al exterior del aeropuerto, a un pequeño jardín. Nos sentamos en uno de los bancos. Él no dice nada, no me mira. Coge su móvil, pasa un brazo por detrás de mí, de mi cuello, gira el móvil, lo pone de manera que lo tengamos en frente, me pide que sonría, y hace una foto.
-La última foto contigo. –Susurra.
-Y la primera del verano.
-Me jode no estar aquí durante todo el verano. –Dice mientras cuelga la foto en Facebook.
-Algo bueno tiene que salir de todo esto: Vendrás hablando un Ingles perfecto. –Le digo intentando sonreír. -O vendrás cogido de la mano de una inglesa, quién sabe.
-Prefiero la primera opción, Nad. –Sonríe.
-¿Seguro? –Pregunto.
-Sí, claro. –Responde. -¿Cómo quieres que me enamore de una inglesa?
-No es difícil. A ver, tú eres guapo, con todas tus gorras, con esa puta sonrisa que siempre está ahí, y con tu españolinglés, seguro que algo pillas. –Le explico.
-El problema es que aquí la única que no ha pillado nada eres tú.
-¿Qué? –Pregunto, alucinada.
-¿Recuerdas la ostia que me di a los diez años, cuando iba con la bici en medio del parque y te vi llegar? –Asiento con la cabeza, creando una carcajada, él sonríe, con la mirada perdida en recuerdos. Aparta la vista de ellos, y vuelve a mirarme. -¿Te acuerdas aquel día en el que Paola se quería liar conmigo? Yo sabía que en realidad ella no quería. Yo sabía que lo hacían Claudia y Marta por ti, para que vieses si a mí me gustaba ella, u otra. –Me quedo alucinada, no sé qué decir, se suponía que la que debía hablar hoy era yo, no él. -¿Aun te acuerdas de ese grafiti que había en la pared del patio del instituto? ¿Aquel en el que pusieron tu nombre, junto a la frase de la película de ‘La vida es bella’? Muchos dijeron que fue Adri quién la escribió, hasta el propio Adri lo dijo. Pero no. Fui yo. Necesitabas sonreír, odiaba no ver tu sonrisa después de haber perdido a tu hermano mayor. –Mis ojos se humedecen. -¿Y sabes qué? –No espera mi respuesta. -Que buenos días princesa, que he soñado toda la noche contigo, que pienso patearme Londres entero en busca de una inglesa para decirle que he encontrado a una princesa. Que no es la única que tiene miedo, porque yo también estoy cagado. Que mandaría a la mierda el viaje de Londres si me das razones, pero de momento no las tengo, aunque las necesite. –Vale, lloro. No sé qué decir. ¿Le abrazo? ¿Le digo que le quiero? ¿Qué no se vaya? ¿Qué se quede a mi lado? ¿Qué lo necesito, que también tengo miedo y que solo necesito una noche como esta, que aunque haya durado solo dos horas, he sonreído millones de veces, a su lado, como siempre he querido estar?
-Ahora es cuando tienes que decir algo…
-¿Por qué me dices esto ahora? –Le digo casi tartamudeando, con la voz entrecortada por la emoción y las ganas de llorar.
-Porque tengo miedo de que seas tú la que se enamore. –Responde, poniendo sus manos en mi cuello, mirándome.
-¿De quién? –Pregunto.
-Lo sabes bien. –Dice, con rabia.
-No pienso enamorarme de Adri.
-Tendrá oportunidades.
-Y tú has tenido las tuyas. –Le digo, recordando todos los momentos, y lo que acababa de decirme que me había dejado sin habla.
-Y aquí sigo, igual.
-Y quién dice… ¿Qué todo siga igual? Kyle, hace diez años que las cosas dejaron de ser iguales. Desde… -Sonrío. –Desde que te caíste de la bici.

No hay comentarios:

Publicar un comentario