miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo once: ‘Se te ve en la cara que te duele todo esto’

Diez de la mañana de un viernes. Como siempre, llego tarde. Piso el Starbucks. No los veo por ningún sitio. Subo hasta el piso de arriba, y ahí están, en la misma mesa de siempre, esperándome. Recuerdo cómo, hace un mes, en ese justo momento, le estaba quitando la gorra a Kyle. Pero ahora no está.
-Hola, chicos. –Todos sonríen al verme. Les doy dos besos a todos. –¡Paola estás muy morena cariño, a tu lado parezco  la leche en persona!
-¿Pero qué dices tía? ¡Si tú estás negra! –Exclama, dándome un abrazo. Voy saludando a todos. Marta me abraza con fuerza.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. –Miento. –Tranquila.
Todos desayunamos, mientras cada uno va contando lo que ha hecho este último mes. Han venido especialmente hoy, Marta sabía que sería un día algo difícil para mí, así que los ha llamado a todos, para que nos viésemos.
-Pues estos dos se han pasado el junio y parte de julio en mi apartamento, -dice John, refiriéndose a Albert y Marta -¿debería empezar a cobrarles?
-¡Pero si hasta te distraemos! –Exclama Albert.
-Eso, que eres un aburrido, chico. –Dice Marta.
-¡Ya os vale! –Todos nos reímos. Intento hacerlo lo más creíble posible.
-¿Y tú qué, Nad? –Pregunta Pablo.
-Eso. ¿Cómo estás? –Se une John.
-Bien. Aunque… -Suspiro. –Hay algo que no os he contado. Bueno, sólo lo sabe Marta. –Todos miran hacía Marta, que me sonríe.
-¿Es bueno o malo? Porque tu cara no dice ni una cosa ni la otra, cariño. –Comenta Paola, preocupándose.
-Va Nad, cuenta. –Dice Claudia, algo impaciente.
-Está bien… No podéis decir nada, ni mucho menos a Adri. –Les aviso
-¿Con quién estás saliendo, Nadinne? –Pregunta John, sonriendo como un tonto, alegrándose.
-Con... Con Kyle. –Ellos me miran sorprendidos, muy sorprendidos. Segundos después, empiezan a sonreír.
-¿Qué? –Exclama Claudia.
-¿Desde cuándo? –Chilla Paola.
-Mañana, a las cinco de la mañana, hará un mes. –Contesto, volviendo a suspirar. Recordando que desde hace un mes no puedo tocarlo, abrazarlo, despeinarlo, o besarlo. Y aún me queda otro mes y medio más.
-No sonríes. –Dice John.
-Lo hago. –Sonrío, para que vea que no me duele.
-Vamos Nad. A mí no puedes mentirme, soy su mejor amigo, si le conozco a él, a ti aún más. Se te ve en la cara que te duele todo esto.
-¿Y a quién no, John? –Intento parecer fuerte. Pero no lo soy ni de lejos.
-¿Quieres que salgamos fuera? –Propone. –Tengo que contarte algo.
Los dos nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a una pequeña terraza que hay al lado del Starbucks.  Nos sentamos en uno de los bancos mientras él saca su móvil.
-¿Has hablado con Kyle? –Pregunta.
-Claro. –Respondo. -Cada noche ponemos el Skype.
-¿Y no te ha contado nada? –Vuelve a preguntarme.
-¿Contarme algo sobre qué? –Cada vez estoy más confusa.
-Sobre su estancia en Londres. –No le respondo, no tengo una respuesta. No tengo la respuesta que él quería oír. –Ya veo que no…
-¿Qué debería haberme contado, John?


4 comentarios:

  1. Dios mioo que intriigaa, muchisimas gracias x estos momentos felices que nos das bonita tu novel.la tiene i tendra mucho éxito

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muuuuchas gracias Sara, de veras, anima mucho leer comentarios como este! Un besito guapi!

      Eliminar
  2. madre mia que nervios!!! esta novela es fantastica!! yo creo que deberias hacer un libro he.. jejeje.
    te doy animos a que sigas porque es fantasticaa!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias Salma! Ya me lo dicen, que debería sacar un libro jajajajaja Un besito guapiiii

      Eliminar