lunes, 12 de agosto de 2013

Capítulo dos: ‘Ya estoy perdida. Por perderme un poco más, no pasa nada.’



El WhatsApp me despierta. Sonrío al escucharlo sonar tantas veces. Seguro que es Kyle. Cojo el móvil que reposa sobre la mesa, sin dejar de sonar. Abro la aplicación. No es Kyle, es Marta. Y parece nerviosa.
‘¡Cariñooooo! Me ha contado Kyle lo que pasó ayer, ¿estás bien? Claudia también se ha enterado, está aquí conmigo. Bueno, y Kyle también, que no es que esté muy bien pero bueno… Tranqui, que está sonriendo, como siempre. Y ya sabes que tu secreto está a salvo con nosotras, pero es que tía, después de tanto tiempo, y ahora que se va tres putos meses, ¿piensas quedarte callada? ¿Piensas dejar que se enamore de una inglesa? ¡No, eh! Lucha por él, que aunque no te des cuenta, él lo hace desde la primera vez que te vio.
PD: Ves al Starbucks, te estamos esperando allí. No tardes.
PD1: Claudia: ¡Sonríe!’
Sonrío. Son tal para cual. Son las mejores, en realidad. Claudia es una chica algo reservada, pero llega a estar muy loca cuando quiere. Marta es un nervio. Marta es esa que te da un súper abrazo en cuanto te ve y no te suelta, la que te hace cosquillas para que te rías y la primera en darse cuenta de que te pasa algo.
Me cambio rápidamente, me aliso el flequillo, me maquillo, le hago cosquillas a mi hermano hasta que acaba en el suelo sin poder parar de reírse, cojo las llaves y el móvil y salgo pitando de casa. Voy caminando hacía el Starbucks cuando vuelve a sonar el móvil. Esta vez sí que es Kyle.
‘¡Eh, enana! Cuando quieres tardas eh… Te estamos esperando, que tenemos hambre. Estamos todos: John, Albert, Pablo, Claudia, Marta y Paola. ¡Nos faltas tú! Hasta ahora peque.
PD: Te quiero ver sonriendo, más que ayer. Y si no ya me ocuparé yo de que sonrías. Y ahora estás deseando echarte atrás y no venir, porque sabes que te esperan cosquillas del guapo del Kyle y las odias. Pero vendrás igual, porque sabes que es el último día que vas a poder ponerte mi gorra, despeinarme el pelo, llamarme idiota y reírte un rato. Así que tira, que ya te echo de menos.’
Llego al Starbucks, no los veo. Subo hasta el piso de arriba, al final les veo sentados en la última mesa. De espaldas tengo a los chicos, en frente a las chicas. Claudia me ve, y después todas dirigen su mirada hacía mí. Pongo mi dedo en frente de mi nariz, diciéndoles que no digan nada y que me hagan un sitio. Cuando estoy detrás de Kyle, mi sonrisa no me cabe en la cara. Me muerdo el labio inferior, y aguantándome la risa, le quito la gorra y rápidamente voy hacía el sofá en el que están sentadas Claudia, Paola y Marta. Todas nos reímos.
-¡Eh! –Exclama Kyle al ver quién se la ha quitado. Se levanta del sofá en el que estaba sentado junto a sus amigos y viene hacía mí. –Nad, ¡la gorra!
-Ky, ¡se dice hola! –Le digo sin poder parar de reírme.
-Acabarás perdiendo como no me la des… -Dice riéndose él también. –Lo sabes.
-Ya estoy perdida. Por perderme un poco más, no pasa nada.
-¿Qué no? –Sonríe. Su mano se acerca a mi cintura y sus dedos me empiezan a hacer cosquillas.
-¡Nooooooooo! –Digo sin poder parar de reírme. –Vale sí, estoy perdida, ¡pero para!
-Dame la gorra, entonces.
-Vale, ¡pero para de hacerme cosquillas! –Le digo con la voz entrecortada por la risa. Él deja de hacerme cosquillas. Yo me levanto. -¿Dejas que de dos besos a todos, llevando la gorra? Me hace ilusión. –Él acepta, sin parar de sonreír.
Doy dos besos a todos, Marta me dice algo al oído: ‘Lo de la gorra no ha estado nada mal, pero no me refería a eso, burra. Tienes que decirle la verdad.’
-Mañana. –Susurro.
-¿Mañana? –Dice sorprendida.
-Sí, mañana.

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